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Con estas páginas quiero presentaros mi ciudad, la Sevilla milenaria, la Tartésica, la romana, la islámica y cristiana, tal como yo la veo, ayudado por mi cámara de fotos que durante años me acompaña. Observad la información que os dejo para el mejor disfrute de sus calles, rincones, etc. La he dividido en varias secciones: patrimonio histórico y artístico, la ciudad que nadie ve, gastronomía y diversión.
Bajo este saludo encontraréis información de: transportes, alojamientos, restaurantes, monumentos, bares, la noche, mas un gran etc. Que podréis ir descubriendo vosotros mismos.
Sin olvidar la sección fotográfica, imágenes de Sevilla que podréis adquirir siempre que me enviéis un e-mail con dicha petición.
Gracias por estar aquí y no olvidéis mi lema: DISFRUTA SEVILLA CON TODOS TUS SENTIDOS

Un saludo. Manuel C. Viñuelas

Ruta. 8. Lugares y elementos arqueológicos de la ciudad

La formación de esta plaza es resultado de distintas operaciones urbanísticas que se prolongan desde el siglo XVI hasta prácticamente nuestros días. La construcción de un convento de religiosas agustinas en el año 1591, denominado convento de la Encarnación, da nombre a la plaza.

En 1820 se construyó un mercado de abastos. El interior del mercado se organizaba en tres amplias calles, con galerías cubiertas, a ambos lados de las cuales se situaban los puestos ordenados según los artículos de venta: pan , frutas y hortalizas, carne fresca y chacina, pescado....y en su centro se situaba una fuente mármol rodeada de 4 árboles.

Aunque en su patio pueden apreciarse resquicios de la época romana y visigoda, el edificio fue levantada sobre los restos de Ibn Adabbas, Mezquita Mayor de la Sevilla musulmana (siglo IX); este templo religioso, así como su entorno, ostentaba gran importancia incluso en el desarrollo cotidiano de las gentes, por lo que cuando los cristianos conquistaron Sevilla, permitieron en un principio su uso como mezquita, pero en el año 1340 fue convertida en la parroquia del Salvador. Además, se convino mantener el rango ostentado de segundo templo de la ciudad; para ello le fue otorgado el carácter de colegiata. Así este edificio sostendría un uso religioso hasta el año 1671, cuando el paso del tiempo consiguió escribir sobre ella un fuerte deterioro. Su construcción tal y como la vemos hoy dio comienzo en 1674 con el arquitecto Esteban García, finalizando en 1712 de manos del arquitecto Leonardo de Figueroa. Más tarde volvería a ser sometida a un profundo trabajo de restauración que ha finalizado a principios de 2008 devolviendo al templo todo su esplendor.


Recibe su nombre por las famosas columnas que se conservan de un antiguo templo romano. Antiguamente eran seis columnas; de ellas se conservan tres in situ. De las otras tres columnas dos se trasladaron en el siglo XVI a la Alameda de Hércules, y otra más se rompió en dicho traslado.

Se sabe, por investigaciones arqueológicas, que en el solar que hoy ocupa el Palacio de Altamira existió en época almohade una construcción que se ha interpretado como una vivienda. De su entorno se conoce una mezquita, unos baños y un pequeño zoco, lo que indica que a su alrededor se desarrollaba una intensa vida urbana. Poco después de la conquista de Sevilla por los castellanos esta zona quedó incluida en la Aljama Judía cuyos habitantes participarían de manera intensa en la vida comercial y económica de ámbito local, así como en necesidades del Reino de Castilla.

La iglesia de Santa María de las Nieves de Sevilla (España), más conocida como de Santa María la Blanca se emplaza en la zona histórica de Sevilla denominada de la «Judería», en el eje formado por la calle San José y Santa María la Blanca. en el lugar que ocupó una sinagoga judía edificada en el siglo XIII. En 1391 es transformada en iglesia cristiana, volviéndose a reconstruir a mediados del siglo XVII.
Además de esta notable evolución histórica y del interesante patrimonio artístico que conserva, el templo destaca por ser uno de los conjuntos más deslumbrantes de la arquitectura andaluza del primer barroco. Su planta, de simple planteamiento, adquiere un dinamismo tensional y una riqueza cromática típicamente barrocos gracias a las yeserías de turgentes volúmenes y las pinturas murales que decoran el interior de la iglesia. Es Sede de la Hermandad de Gloria de Ntra. Señora de Las Nieves, cuya titular preside el Altar Mayor.

En los años noventa del siglo XX, con motivo de la construcción en Sevilla del aparcamiento subterráneo de Cano y Cueto y de la obra de la Diputación Provincial (antiguo cuartel de Intendencia), salieron a la luz una serie de enterramientos cuya estructura se limitaba simples fosas o bien a tumbas de ladrillo y cubierta en falsa bóveda, en donde la inhumación se practicaba con el difunto en decúbito supino, en ataúd, sin ajuar y con la cara mirando al Este.

Los trabajos de entonces fueron responsabilidad de la arqueóloga Isabel Santana Falcón, que dejó una memoria titulada “De la muerte en Sefarad“, en donde apuntaba que el área de la necrópolis judí a se definí a entre las puertas de la Carne y de Carmona, si bien podrí a haber llegado al actual barrio de San Bernardo. Esta hipótesis ha dejado de serla, ya que en agosto de 2001, en un solar de la calle Campamento en San Bernardo, una excavación de urgencia a cargo del arqueólogo Marcos Hunt, permitió hallar restos de la necrópolis, lo que viene a confirmar la hipótesis de la Sra. Santana al respecto. En esta última excavación, que se cubrió rápidamente de hormigón, se encontraron, excavadas sobre terreno virgen; dos fosas, un osario y tres inhumaciones; a una profundidad de 1,80 m.

Los jardines son fruto también de una cesión en 1911 de otra porción, situada al noroeste, de la Huerta del Retiro del Alcázar, tienen una extensión de 8.854 metros cuadrados, se construye entonces un nuevo muro de cerramiento de los jardines del Alcázar, desde el callejón del Agua hasta el Paseo de Catalina de Ribera, tal y como se encuentra en la actualidad. Los jardines también fueron diseñados por Juan Talavera y Heredia, pocos años antes del Paseo. Los jardines de Murillo presentan una composición basada en caminos en retícula formados mediante setos y pavimentos que, en sus encuentros, crean glorietas de planta octogonal en las que se disponen fuentes centrales y bancos de fábrica recubiertos de azulejería. Los parterres resultantes están ocupados por densas masas de vegetación que otorgan al recinto un ambiente íntimo.

Localizada en las excavaciones del Patio de Banderas la más antigua huella de la ocupación humana de Sevilla. Un fondo de cabaña con restos de una posible cocina utilizada a finales de la Edad de Bronce. Es la primera evidencia del origen de la ciudad de Sevilla.

Las excavaciones arqueológicas comenzadas anteriormente por Manuel Bendala Galán y Miguel Ángel Tabales, e impulsadas por el Patronato del Real Alcázar en el Patio de Banderas, han dado como resultado la identificación del resto más antiguo de ocupación humana en la ciudad de Sevilla.

Se trata de un fondo de cabaña con restos de lo que podría ser una cocina utilizada durante la primera mitad del siglo VIII antes de Cristo, es decir, en el período correspondiente a la finalización de la Edad de Bronce.

Según se explica en el informe sobre la investigación arqueológica en cuestión, el hallazgo que se encontraba a cinco metros de profundidad, podría pertenecer a un fondo de cocina excavado en el terreno natural, con varios niveles de uso correspondientes a la primera mitad del VIII a.C. Por lo que se trataría por tanto de la primera evidencia del origen de la ciudad, lo que iría más allá de las acumulaciones de cerámicas y depósitos detectados en el alcázar, así como en otros puntos del centro urbano.

El Real Alcázar es hoy en día no sólo el edificio civil más importante de Sevilla, sino el centro de atención de un elevado número de visitantes, dispuestos a apreciar el legado de una historia viva y fascinante, muchas de cuyas facetas han sido recuperadas gracias a decisivos esfuerzos de restauración emprendidos en los últimos años. El Real Alcázar de Sevilla es así en este libro una invitación a la belleza y al conocimiento de un pasado histórico en contacto estimulante con el presente.

Las obras de construcción del alminar de la mezquita se iniciaron en el año 1184 bajo la dirección del arquitecto Ahmad Ben Baso. Hasta el 1195 las obras tuvieron un carácter intermitente, recibiendo ese año el impulso definitivo, con motivo de la victoria árabe sobre las fuerzas castellanas, en la batalla de Alarcos, celebrada el día 19 de julio del año 1195, siendo califa Abu Yaqub Yusuf. El alminar tenía una altura de 82 m, siendo el edificio más alto de Europa en su tiempo. Según cuenta el cronista Ibn Sahib al-Salá, las obras se concluyeron el 10 de marzo de 1198, con la colocación de cuatro bolas de bronce dorado en el remate superior de la torre.

El Postigo del Aceite originariamente es obra de 1107, realizado en tiempos de Ben Yusuf, fue reformado en 1572-1573 por el arquitecto Benvenuto Tortello, bajo el mandato del I conde de Barajas. Era conocido así ya que era el lugar por donde entraba el aceite a la ciudad. En el siglo XVIII se abrió en su costado derecho una pequeña capilla donde hay un retablo barroco con la imagen de la Pura y Limpia Concepción, obra atribuida a Pedro Roldán.

En el siglo XII tuvo una función diferente, y era conocida como bad al-Qatay —Puerta de Barcos—, ya que los almohades levantaron al lado las atarazanas para la construcción de navíos; más adelante consta en algunas fuentes como Puerta de la Alhóndiga, Puerta del Aceite o Puerta de la Aceituna.

Las Atarazanas Reales de Sevilla se crean poco después de acabada la toma de la ciudad a los musulmanes (año 1248) por el rey Don Fernando III de Castilla, cuando su hijo Alfonso X decide en el año 1252 la edificación de unas Reales Atarazanas para la construcción de galeras, en unos terrenos fuera del recinto amurallado y cerca del río, en la zona comprendida entre la Torre del Oro, la Torre de la Plata, y las Puertas del Carbón y del Aceite.

La Torre de la Plata de Sevilla es una torre octogonal del siglo XIII, sita en la calle Santander, que se unía por la muralla de la ciudad a la Torre del Oro. Fue restaurada parcialmente en 1992.

Fue construida entre 1220 y 1221 por orden del gobernador almohade de Sevilla, Abù l-Ulà, con una base dodecagonal. Cerraba el paso al Arenal mediante un tramo de muralla que la unía con la Torre de la Plata, que formaba parte de las murallas de Sevilla que defendían el Alcázar. Para impedir la entrada al puerto fluvial, se extendió desde su basamento una gruesa cadena sobre el río hasta la Torre de la Fortaleza (destruida en la actualidad), situada al otro lado del río, en el actual barrio de Triana. Río arriba, impedía el paso el llamado puente de barcas. La flota castellana mandada por Ramón de Bonifaz rompió el puente en 1248 remontando el río por el otro brazo, antes de que las tropas de Fernando III de Castilla asaltaran la ciudad.

El Puente de Isabel II, conocido popularmente como Puente de Triana, es un puente situado en Sevilla, que une el centro de la ciudad con el barrio de Triana cruzando el río Guadalquivir y que vino a sustituir en el siglo XIX a un viejo puente de barcas que existía en su lugar.

Por la proximidad al río, su fábrica estaba expuesta a los innumerables destrozos que causaban las periódicas avenidas. En 1554 la crecida del Guadalquivir, que se llevó el puente de barcas, dejó maltrecha la cárcel, la audiencia y el secreto del castillo. Al reparo de la cárcel se destinaron en 1558 60.000 mrs. y los 80 ducados de la conmutación de hábito de María Álvarez. En 1626, amenazando ruina el castillo a consecuencia de una inundación, la Inquisición pasó a la casa de los Tello, en la collación de San Marcos, de donde volvió a Triana en 1639. Como las finanzas del Santo Oficio no andaban muy boyantes, es natural que se tratara de desviar hacia la Hacienda municipal la mayoría de los gastos que entrañaba la conservación del castillo y su entorno: cuando se empedró la calle, el inquisidor Rojo mandó a los obreros que la solaran como cosa de la ciudad.

El comerciante Carlos Pickman, procedente de Liverpool y afincado en Sevilla para continuar con el negocio familiar, alquila primero el monasterio, que estaba abandonado y maltrecho, en 1838, comprándolo en 1840, para transformarlo en 1841 en lo que más fama y renombre ha dado al lugar, una fábrica de loza y porcelana china decorada a la manera inglesa haciéndose en poco tiempo la preferida por la clase acomodada, ya fuera para darle un uso particular como para adornar alacenas de todo el mundo, piezas que aún hoy día se pueden encontrar en perfecto estado de conservación en muchos casos.

Se estima su antiguedad entre finales del siglo IX y principios del X. Se encuentran en la calle Baños en pleno corazón del barrio de San Vicente, uno de los más antiguos de Sevilla.
Se desconoce si el nombre de "Baños de la Reina Mora" se refiere a alguna reina o simplemente es un nombre que le dio el pueblo llano.
Despues de la reconquista cristiana se adjudicaron en propiedad a la Reina Doña Juana, que pasó a ser la primera propietaria cristiana de los mismos.
Los Baños de la Reina Mora estaban compuestos por un edificio de baños y por un aljibe con varios depósitos de cubierta abovedada con forma de U, comunicados entre sí y entre los que se encontraba el pozo de embocadura rectangular de donde se sacaba el agua.
Eran de aguas frías y calientes aunque a nuestros tiempos desgraciadamente no han llegado ningún vestigio de las calderas. Se sabe que los Baños funcionaron como tal hasta el siglo XV.
Este monumento ha pasado por muchas fases. Fue abandonado por un tiempo, se convirtió en el Convento del Dulce Nombre, pasan los siglos, hasta que se convierte en la Comandancia de Ingenieros de Sevilla, para lo que se utilizaron sus instalaciones hasta hace aproximadamente cuatro décadas. Tantos cambios han hecho que los baños estén gravemente deteriorados por lo que en la actualidad se ha pasado a comenzar con un laborioso trabajo de restauración.
Conserva todavía azulejos almohades, solería de barro de la misma época, dos columnas originales del siglo X, el arco de bienvenida, parte de la bóveda etc...

Las murallas estaban prácticamente íntegras llegado el siglo XIX, a raíz de la revolución de 1868, se decidió derribar gran parte de las mismas, quedando solamente los tramos desde la Macarena (donde se contabilizan siete torreones cuadrados y uno octogonal) hasta la puerta de Córdoba, algún tramo en los jardines del Valle y el sector del Alcázar.
En estas épocas Sevilla fue una ciudad cerrada, tal vez la mejor amurallada de Europa. El trazado realizado está concebido para favorecer la técnica defensiva del flanqueo, la técnica de construcción era a base de tapial de argamasa, cal, arena y guijarros, sólo se empleó el ladrillo en las bóvedas y las fajas ornamentales de las torres.

De origen almorávide, reformada, está frente a la iglesia de los Capuchinos. Es una de las que conserva más claramente la disposición originaria y su carácter cerrado y militar, junto con el postigo del Alcázar y la torre-puerta ambos en la callejón de la Judería.

23. Murallas del Valle
El Jardín del Valle data de principios del S. XV cuando en el solar en el que hoy se encuentra se funda el Convento del Valle, nombre derivado del lugar donde este se emplazaba. Así fue hasta 1866 cuando fue adquirido por la marquesa de Villanueva para establecer el Colegio de Religiosas del Sagrado Corazón. Es precisamente el jardín de este colegio lo que, una vez desaparecido éste, llega hasta nuestros días.

Podríamos distinguir dos zonas fundamentales en el conjunto del jardín. Por una parte una zona de gran amplitud cubierta de vegetación y por la otra una plaza a la que se accede nada más entrar y que proporciona la estancia de sol. Entre estas dos zonas podemos encontrar hasta medio centenar de especies vegetales diferentes.

Un recorrido por este jardín nos llevaría desde la entrada que da acceso a la ya citada plaza soleada, donde se disponen varios bancos de madera, hacia unos estupendos conjuntos de acacias blancas, desde los cuales comienzan a vislumbrarse la gran cantidad de especies diferentes que pueblan el jardín. Así, podremos encontrar ciruelos, celestinas, damas de noche, adelfas, jacarandas, robinias,, naranjos, limoneros, palmeras....

Ya en el centro del jardín es donde encontramos algunas de las especies más curiosas del conjunto: la primera que llama la atención por su fuerte colorido es el brachichito rojo ( Brachychiton Acerifolium) de hojas lobuladas y pequeñas flores rojas. De gran valor ornamental son los conjuntos de flor de Pascua (Euphorbia pulcherrima) originarios de Méjico que en los meses de Diciembre y Enero adquieren un llamativo color rojo. Cerca de uno de estos conjuntos de flor de Pascua podemos encontrar el único grupo de malvavisco (Malvaviscus arboreus var. Mexicanus) , arbusto de hojas aterciopeladas que sirve en algunos países para hacer infusiones. En la esquina opuesta a la entrada del jardín encontramos un conjunto de espino de fuego ( Pyracantha coccinea) un arbusto espinoso que al florecer se cubre de numerosos y llamativos frutos rojos.

Volviendo hacia la entrada y bordeando el limite del jardín con la calle María Auxiliadora, encontramos un magnífico ejemplar de eucalipto rojo (Eucalyptus camadulensis) , árbol procedente de Australia que en su país de origen puede llegar a alcanzar los 60 metros de altura de hojas anchas y suaves y flores blancas muy pobladas. Cerrando el recorrido del jardín, se dispone un grupo de higueras (Ficus Carica) tanto en su forma arbórea como arbustiva. La higuera, de gran extensión en el ámbito de la comunidad andaluza, soporta los climas más dispares y es muy apreciada por su fruto, el higo.

Todas estas especies y muchas más se van disponiendo de manera alternada en un conjunto diseñado según una calle central y varias adyacentes que ordenan a través de varias manzanas el jardín. Cerrando éste encontramos parte de la antigua muralla de la ciudad que se ha conservado sirviendo como cerramiento para el jardín.

Tanto la muralla como el acogedor carácter del jardín constituyen un pequeño remanso de paz en una zona colmatada de edificación y rodeada de intenso tráfico rodado

Tendremos que remontarnos a la BUHAIRA ALMOHADE; se trata de un pequeño Pabellón ubicado al sur de la gran alberca y dotado de numerosos elementos que muestran un complejo sistema de riego y de juegos de agua en relación con la arquitectura. Se hace referencia a las plantaciones existentes y se habla de "olivos, viñas, frutales exóticos". Antiguamente el agua venía a Sevilla por un acueducto desde Carmona y, desde éste, se sacó un ramal para llevar agua a la BUHAIRA .

Los caños de Carmona, son unos restos de un acueducto romano que existió en Sevilla a pleno rendimiento hasta su demolición en 1912. Se emplearon para su construcción como único material el ladrillo, constaba de aproximadamente 400 arcos sobre pilares en la zona que estaba a la vista de todos, en algunos lugares con un cuerpo superior también de arcadas, parece ser que es el único existente en España.

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