La construcción renacentista del Hospital de las Cinco Llagas está considerada por algunos expertos como un hecho urbanístico en sí mismo, en el que el enorme edificio, el más extenso después de El Escorial de los construidos en la España del siglo XVI, se enfrenta, con su planta de 170 m . de lado, a la cerca almohade y al conjunto de la ciudad.
Situado, pues, frente a la muralla y encarando la puerta de la Macarena , se situaba también junto al acceso a la ciudad desde la parte norte, constituyendo, como se ha dicho, un hecho urbanístico de primera magnitud.
El crecimiento urbano a su alrededor no fue rápido, sino paulatino, generándose como primer crecimiento externo a la cerca, el barrio de la Resolana , situado entre el edificio y el río Guadalquivir, que, sin embargo, se mantuvo poco densificado hasta la segunda mitad del siglo XIX. El resto del entorno del edificio es construcción de este siglo y buena parte de él no se edifica sino después de la guerra civil del 36.
La situación actual del edificio es bastante compleja. Se ubica en una enorme manzana que comparte por un lado con el patio de acceso cerrado con una verja y la plaza ajardinada que lo separa de las murallas almohades. Por el otro, el espacio está tomado, nos atreveríamos a decir que al asalto, por un complejo hospitalario, el Hospital Clínico de la Virgen de la Macarena , uno de cuyos edificios, el que alberga el Policlínico, invade claramente el espacio marcado por las trazas originales del hospital.
A ambos lados se sitúan dos vías de gran circulación, entre las que la calle Don Fadrique, antigua calzada de acceso a la ciudad, ha cedido protagonismo circulatorio a San Juan de Ribera y su continuación Dr. Fedriani.
Su planta cuadrada, de 170 m . de lado, se divide en un damero de nueve espacios abiertos, tres de los cuales, los de fachada, fueron posteriormente modificados, subdividiéndose los dos laterales y quedando el central como compás de la iglesia realizada por Hernán Ruiz el Joven, en época posterior a la de la fábrica hospitalaria.
La parte delantera, los tres claustros luego alterados, cobijaba los servicios hospitalarios, los seis espacios restantes son claustros separados por las crujías de enfermos, las cuales constituyen dos cruces unidas por los brazos, una para los hombres y otra para las mujeres.
En este esquema destaca la introducción del buque de la iglesia en el patio central cercano a fachada, adoptándose la variante heterodoxa de edificarla exenta, al contrario de lo que es habitual en los hospitales de la época.
Mención especial merece la iglesia, un espacio de gran singularidad y, al decir de muchos, uno de los hitos del renacimiento hispano. Inaugura el tipo de iglesias de exterior prismático, llamadas de "cajón", que tendrían amplia resonancia en la arquitectura andaluza.
Su planta se dispone en forma de cruz de brazos muy cortos, con testero interior en ábside, que es plano en el exterior y con el cuerpo de la nave dividido en tres cuadrados cubiertos por bóvedas vaídas. En los dos cuadrados primeros se abren cuatro capillas laterales a cada lado, cubiertas con bóveda de cañón de eje transversal, sobre las que cabalga una monumental tribuna.
El elemento unificador del alzado es el orden jónico de medias columnas, suspendido sobre capiteles péndolas o cuencos de lámpara. El manierismo del autor surge en mil detalles de arquitectura imposible, como el propio orden sustentado por un trozo de entablamento dórico, balaustradas a las que nadie puede asomarse, puertas descentradas, efectos ópticos en el ábside, etc.
Volumétricamente, el hospital tiene una fuerte componente horizontal, como resulta lógico de sus dimensiones en planta. La fachada central se presenta regida por la presencia de la portada construida en mármol y situada en el eje, avalada por la situación de las dos torres de los extremos, rematadas en chapitel cerámico de irisados colores, recientemente restaurados.
Otras dos torres marcaban los vértices del recinto, existiendo en la actualidad sólo una de ellas, la que se sitúa en el ángulo N.O.
Todas las cubiertas son a dos aguas, haciendo las cruces de las naves a igual altura de cumbrera. En términos generales, que abarcan la totalidad de la obra restaurada, son de teja curva, manteniéndose alguna de la zona no restaurada con cubrición de fibrocemento colocada para su protección provisional. En la parte que sirve como sede del Parlamento se abren, siempre en la parte interior del edificio, algunas series de tragaluces, de ventana plana inclinada, para dar iluminación al espacio bajo cubierta.
La iglesia está construida totalmente en piedra, siendo su cubierta de azotea con los planos muy inclinados revestidos de loseta cerámica. La portada de la iglesia es, como las columnas y balaustradas de los patios, de mármol de Portugal.
El proyecto original del hospital planteaba la construcción de cuatro fachadas y sus respectivas torres en los ángulos. Sin embargo no pudo culminarse el edificio y sólo se terminaron las fachadas oeste y del mediodía, y se remataron las torres noroeste y suroeste. Recientemente se ha concluido la torre sureste y parte de la fachada de levante, además de colocarse en el atrio dos fuentes de mármol que con anterioridad se encontraban en los patios interiores. El edificio presenta dos pisos en altura, articuladas las fachadas por medio de pilastras y columnas. En el piso bajo, sobre un plinto, se alzan pilastras toscanas cajeadas, entre las que se abren pequeñas ventanas rematadas por frontones rectos. En el cuerpo superior aparecen columnas jónicas, surgiendo entre ellas interesantísimos balcones flanqueados por balaustres de orden jónico, rematados en frontones triangulares con acróteras. Estos balcones se pueden considerar como ventanas ya que el nivel del suelo en el interior, más bajo, no corresponde al del exterior. Los distintos módulos culminan en gárgolas y sobre la portada principal se abren dos buhardillas con vano adintelado con orejetas, flanqueado por pilastras rematadas en ménsulas y un frontón curvo que contiene en su interior otro recto, quedando rotos ambos por una especie de ménsulas. Al exterior el edificio presenta una sola portada que se abre en la fachada sur. Construida en mármol blanco, ofrece dos cuerpos en altura. El primero con vano adintelado, flanqueado por columnas toscanas pareadas con fuste estriado, que apoyan sobre pedestales. Entre aquellas figura una hornacina y sobre el dintel una lápida con la una inscripción en latín, que traducida dice "Doña Catalina de Ribera, y don Fadrique Henríquez de Ribera, Marques de Tarifa, Adelantado del Andalucía, con no menor gusto que piedad mandaron hacer este amplísimo Hospital para curar pobres, intitulado de las Cinco Llagas de JesuChristo; y los Reverendísimos Patronos y Administradores de su hacienda, para mas perfecta memoria de tan grandes Príncipes, hicieron esta puerta en el año de 1617". Sobre una cornisa volada, se alza el segundo cuerpo, el cual presenta balcón abalaustrado con vano adintelado entre columnas jónicas, flanqueadas por pilastras rematadas en ménsulas y dos escudos laterales. Sirve de remate un frontón, en cuyo centro presenta volutas y el escudo de armas de la casa de los fundadores entre ángeles tenantes. Culmina la portada en una cruz de cerrajería.
En cuanto a las torres, la del ángulo suroeste ofrece tres cuerpos en altura. Los dos primeros similares al resto de la fachada, presentando el último un vano geminado de medio punto, en el que se aprecian motivos ornamentales de filiación serliana, flanqueado por balaustres y rematado por chapitel piramidal con aplique de azulejos recientemente renovados. En la torre noroeste, la compartimentación es la misma con registros cuadrados y rectangulares a ambos lados del balcón. Aquí el chapitel aún presenta los azulejos originales. En ambas torres aparece una balaustrada en alto relieve, que parece demostrar que originalmente el hospital presentaba dicho elemento en sus fachadas. En la restauración efectuada en 1991, se incorporó de nuevo dicha balaustrada.
El hospital fue concebido como un gran rectángulo con cuatro torres cuadradas en los ángulos, distinguiéndose en el conjunto dos partes esenciales: la crujía de fachada con sus patios anexos y las salas de enfermos que al cruzarse determinaban la presencia de seis patios, en uno de los cuales, en conexión con el patio abierto tras la galería de acceso, se incluyó la iglesia. Actualmente subsisten las salas de enfermos, rectangulares y muy alargadas, y los siguientes patios. Adosados a la crujía de fachada se localizan, en el ala oeste, dos patios, uno de planta rectangular y tres galerías (patio A) y un segundo de planta cuadrada (patio B). En el ala este se ubican otros dos patios, uno cuadrado con fuente al centro (patio C) y otro con disposición rectangular y sólo tres galerías (patio D). Estos espacios abiertos poseen como elementos de soporte, columnas de mármol portugués que sostienen galerías de arcos de medio punto, en planta baja, y rebajados en la alta. Los arcos quedan enmarcados por alfices.
Las cubiertas son de sencilla viguería de ladrillo por tabla.
Tras la galería de acceso al hospital, se abre un espacio porticado que al incorporar la iglesia, adopta una planta irregular en la que se yuxtaponen dos rectángulos (patio E).
En él, las galerías son de arcos de medio punto sobre columnas toscanas pareadas que en sus ángulos apoyan en ménsulas con elementos figurativos. Los arcos quedan enmarcados por alfices. Este mismo tipo de soporte se repite en el piso alto, como acceso a los salones principales del inmueble, siendo los arcos rebajados. Las cubiertas de estas galerías son de viguería con ladrillo por tabla. Como acceso a la segunda planta, se localiza en el lado oeste de este patio, la escalera, la cual se cubre con un alfarje de madera ochavado.
A izquierda y derecha de la iglesia, se localizan dos patios (patios F y G) con disposición cuadrada, si bien el segundo tan solo posee dos galerías. Al patio occidental se accede a través de una portada de ladrillo, con vano rebajado, sobre la que aparece un crucifijo y los escudos de los fundadores del edificio.
En el ángulo noroeste del edificio existe otro patio de planta cuadrada (patio H) y tras la iglesia, una vez cruzado el espacio de las dependencias de la biblioteca, se ubica el último patio conservado, el cual presenta planta rectangular (patio I). Estos patios presentan como soportes pilares de ladrillo, sobre los que voltean arcos de medio punto tanto en planta alta como baja. Sus cubiertas, al igual que el resto de los patios son sencillas viguerías de ladrillo por tabla.
Alrededor de los distintos patios del inmueble se distribuyen las dependencias. Las correspondientes a las crujías de fachadas, tanto en el piso alto como bajo, presentan plantas cuadradas y rectangulares, habiendo sido habilitadas para oficinas administrativas y sedes de los distintos partidos políticos, careciendo estos espacios de interés artístico.
Respecto a las salas de enfermos, éstas conservan su disposición original, a modo de grandes naves alargadas y rectangulares, con cubierta de viguería de ladrillo por tabla, que en los cruces determinan dos espacios cuadrados.
Actualmente se usa como biblioteca y unida a ella se localizan los despachos administrativos del servicio bibliotecario que ofrece como cubrición bóveda de cañón con lunetos. En los cruces de las antiguas salas de enfermos existen dos interesantes bóvedas, la oriental con yeserías planas de tipo geométrico o cartones recortados, y la occidental sobre arcos escarzanos, de cantería y círculos concéntricos. Sobre estas naves se localizan tres espadañas. Calderón Quijano analiza la situada en la nave oriental, que denomina como Clínica de la Esperanza , la cual presenta un arco de medio punto que remata en frontón ondulado, en cuyo centro aparece un círculo, culminando en una veleta y cruz de hierro forjado. Conserva cuatro mechinales que inducen a pensar en la posible existencia de una celosía. Similar a esta espadaña es la de la nave occidental, aunque no remata en cruz y veleta. Existe otra que da al patio F, que el citado autor denomina como patio del Cardenal. De un solo cuerpo ofrece una triple arquería de vanos de medio punto. Sobre ella, un frontón curvo ondulado, roto al centro, de donde emerge un piñón con la fecha en un círculo de "1912", probablemente la de una de sus restauraciones.
Como ya se indicó, en el patio ubicado tras la galería de acceso al hospital, se ubica la iglesia, la cual rompe con la tradición constructiva hospitalaria, al disponerse exenta del resto del edificio. Su planta es de cruz latina, con una sola nave de dos tramos y pequeñas capillas laterales rectangulares. El crucero posee brazos poco desarrollados, siendo la capilla mayor de planta semicircular. La sacristía ubicada tras el altar mayor presenta planta rectangular. Entre la iglesia y la sacristía, se ubica una escalera de caracol que sirve de acceso a la azotea del edificio y comunica con la cripta. Respecto a los soportes del templo, aparte de sus propios muros, es importante señalar los capiteles-péndolas, sobre los que se asientan potentes columnas jónicas adosadas que sirven de soporte a los arcos fajones y formeros que sostienen las distintas bóvedas.
En cuanto a las cubiertas interiores, presenta bóvedas vaídas en la nave y crucero, y bóveda de horno o cuarto de esfera en el presbiterio. La sacristía, por su parte, ofrece bóvedas de arista, con casetones y motivos geométricos.
La iglesia presenta tres portadas: la principal y dos laterales, en el lado del Evangelio y la Epístola , respectivamente. La portada principal situada a los pies de la iglesia está concebida a modo de arco triunfal, con dos cuerpos y frontón triangular como remate.
El cuerpo inferior es dórico, presentando arco de medio punto con ménsula en la clave, flanqueado por dobles columnas dóricas que se elevan sobre podium y sustentan un entablamento con triglifos. En las enjutas y clave del arco, se sitúan tres relieves con la representación de las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, realizados en 1564 por Juan Bautista Vázquez el Viejo. El segundo cuerpo, ofrece hornacinas entre columnas jónicas pareadas, que flanquean un arco de medio punto con ménsula en la clave, sobre el que se sitúan los escudos de los patronos y la inscripción alusiva a Santo Tomás y al título del Hospital: "QVIA VIDISTI ME THOMA/CREDIDISTI BEATI QVI NON/VIDERUNT ET CREDIDERVNT". En las enjutas puede leerse la inscripción "AÑO 1567". Un entablamento abombado de filiación serliana da paso a un frontón triangular que culmina en acroteras en forma de jarrón. Destaca en la portada, el cuidado diseño, así como la ornamentación geométrica de los intercolumnios y jambas.
Las portadas laterales abiertas en el crucero, ofrecen un esquema similar, siendo su diseño más sencillo que la principal del templo. Presentan arcos de medio punto con ménsula en la clave, flanqueado por columnas jónicas sobre pedestales, con hornacina central entre registros ovalados. Sobre el arco de ingreso, friso decorativo, jarrones sobre las columnas y hornacina avenerada como remate.
En cuanto a las fachadas del templo hospitalario, hay que decir que la fachada de los pies presenta a ambos lados de la portada, dos módulos salientes articulados por pilastras dóricas, jónicas y corintias, entre las que se abren varias ventanas y óculos, ofreciendo el último cuerpo sillares almohadillados, y sobre la portada una ventana de iluminación a la iglesia. Las fachadas laterales ofrecen la misma articulación, rematando en ventanas termales palladianas. La fachada de la cabecera remata en una espadaña de piedra, con arco adovelado de medio punto, pilastras adosadas en las jambas y frontón recto como remate. En su interior existe una campana con la inscripción, no legible totalmente: "SOLANO ME FECIT. AÑO 1714". Remata la fachada de la iglesia en especie de pirámides rematadas en bolas.
Respecto a las cubiertas exteriores, todas son de tejas a dos aguas, exceptuando la de la iglesia que es de terraza.
El inmueble presenta un atrio rectangular, que se desarrolla delante de la fachada principal, cerrado por rejas de hierro y pilares, en el que se ubican dos fuentes de mármol.
El Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre fue fundado por doña Catalina de Ribera, Condesa de los Molares. Su primer establecimiento fueron unas casas propias situadas en la calle Santiago, collación de Santa Catalina, obteniendo para ello, del Papa Alejandro VI, Bula fechada el 13 de mayo de 1500. En 13 de enero de 1505 moría la condesa, quedando como patronos del PP. Priores de la Cartuja de las Cuevas, de San Jerónimo y de San Isidoro del Campo.
Será el primer Marqués de Tarifa, D. Fadrique Enríquez de Ribera, quien dé el impulso definitivo a la fundación hospitalaria. Tras su muerte acaecida el 6 de noviembre de 1539, mediante cláusula testamentaria dispuso que se realizara un nuevo hospital con mayor prestancia. Seguidamente los patronos ya reseñados tomaron a su cargo dicha iniciativa, eligiendo el norte de la ciudad, fuera del recinto amurallado, como lugar idóneo para su edificación. Concretamente fue en el entonces arrabal de la Macarena donde se empezó a construir el que iba a ser uno de los edificios más significativos de la arquitectura española del siglo XVI. El Hospital fue dedicado a la Pasión del Redentor y a la curación de mujeres, denominándose de las Cinco Llagas.
Para elegir la traza que debía seguirse en el nuevo inmueble, los patronos enviaron al arquitecto de la Iglesia y Obispado de Cádiz, Francisco Rodríguez Cumplido, a Toledo, Santiago y Lisboa, con el fin de estudiar y copiar las plantas de sus hospitales. A la vez que dicho maestro presentaba sus diseños, lo hacían los arquitectos Luis de Villafranca, Luis de Vega y Martín de Gaínza. No lo suficientemente satisfechos con los proyectos presentados, llamaron también a otros ilustres maestros como Pedro Machuca, Hernán Ruiz el Joven y Gaspar de Vega, además de los sevillanos Diego Hernández, Benito de Mora y Juan Sánchez.
Las obras se adjudicaron tras la reunión celebrada el día 15 de junio de 1545 por fray Pedro Pérez, prior de la Cartuja , fray Andrés Pecelleri, prior de San Isidoro del Campo y fray Rodrigo de Jerez, prior de San Jerónimo. Los dos primeros apoyaron el proyecto de Martín de Gaínza, mientras que el último se inclinó hacia el de Rodríguez Cumplido.
Definitivamente fue Gaínza quien ganó el concurso, asignándosele un salario anual de 20.000 maravedíes. Muy pronto se comenzó el acarreo de la piedra desde las canteras de Morón y del Puerto de Santa María, mientras que los mármoles y jaspes se trajeron de Portugal. Se comenzaron a abrir las zanjas el día 25 de marzo de 1546, colocándose la primera piedra el 12 de mayo.
El Hospital fue dedicado entonces a la curación de mujeres. El 26 de febrero de 1559, el obispo de Duvasten, Sanabria, bendijo la parte construida y la iglesia provisional, estrenándose el día 5 de marzo, una vez concluidas las labores de los salones y oficinas del oeste.
En abril de 1568, se produjo una grave epidemia de peste en Sevilla, y por petición del asistente de la ciudad, don Francisco Hurtado de Mendoza, fue habilitado el hospital y el Corral de San Bernardo, para socorrer a los afectados. Hechos similares a éstos se produjeron en 1580 y 1601.
Hubo desde los comienzos de construcción del inmueble hasta el siglo XIX, personajes que con distintas donaciones intentaron dar mayor prestancia al edificio.
Ya en el siglo XIX, concretamente en 1808, el hospital fue ocupado por los militares. En 1837, tras la centralización de los hospitales, sirvió como almacén de obras de arte que iba aglutinando la Junta Municipal de Beneficencia, creada por R.O. de 13 de Octubre de 1836.
Desde marzo de 1972, el inmueble pasó a depender de la Excma. Diputación Provincial de Sevilla, iniciándose en octubre de 1982, el expediente de cesión gratuita a la Junta de Andalucía. Actualmente, la parte del edificio rehabilitada, es sede del Parlamento de Andalucía.
La fundación del Hospital de las Cinco Llagas se produce en un momento histórico, mediados del siglo XVI, en que la ciudad de Sevilla está en pleno auge económico y edificativo. Su obra es fruto de varias etapas constructivas, continuadas en el tiempo, pudiéndose decir que el conjunto del inmueble se realizó durante el siglo XVI, y en el siglo XVII sólo se ejecutan algunas labores importantes. Bajo la dirección de Martín de Gainza, autor del proyecto, se ejecutaron las fachadas sur y oeste, ésta última hasta la altura de las cornisas, con algunas de las naves y patios situadas tras ellas, la torre del ángulo suroeste y el arranque de la torre noroeste. Estas labores fueron realizadas entre 1545 y 1556.
El 17 de junio de 1558, es nombrado maestro mayor, Hernán Ruiz el Joven, quién permanecerá al frente de las obras hasta 1569. Se encarga entonces de completar el ala de poniente del hospital, sobre todo, en lo que se refiere a cubiertas, así como la culminación de la torre noroeste. Pero, sin lugar a dudas, su labor más significativa será la traza y ejecución de la iglesia, diseñada en 1558, debiéndose a él su disposición exenta.
Entre 1569 y 1584, fue el hermano de Hernán Ruiz, Francisco Sánchez, el director de la obra, atribuyéndosele los sectores más septentrionales del inmueble.
En 1590, se requirió a varios arquitectos a fin de tratar sobre el modo más conveniente de cubrir la iglesia, cuestión que fue resuelta acometiéndose su labor, si bien se adoptó el sistema abovedado en detrimento del artesonado en principio proyectado.
Entre 1615 y 1617, se acometió la construcción de la portada principal del edificio, con las trazas dadas por Miguel de Zumárraga, así como las buhardillas y dependencias de la fachada principal.
En el segundo cuarto del siglo XVII, se acomete la construcción de los sectores más orientales, habilitándose como sala de convalecientes.
El Hospital de las Cinco Llagas responde originalmente al estilo renacentista. En planta, sigue la disposición de los centros hospitalarios del momento, si bien mantiene una estrecha relación y dependencia respecto al Hospital Mayor de Milán.
Pero quizás sea la iglesia, considerada como una de las obras maestras del manierismo español, la estructura que mayor innovación ofrece en el inmueble. Su particularidad reside en situarla el arquitecto exenta del resto del edificio, rompiendo de este modo la tradición hospitalaria que venía manteniéndose desde la época de los Reyes Católicos, y acercándose si cabe a la solución adoptada en el hospital milanés. A la iglesia se la tiene además como síntesis estructural y ornamental de la arquitectura del siglo XVI sevillano, y de notable influencia en la de los siglos XVII y XVIII.
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