.....

Con estas páginas quiero presentaros mi ciudad, la Sevilla milenaria, la Tartésica, la romana, la islámica y cristiana, tal como yo la veo, ayudado por mi cámara de fotos que durante años me acompaña. Observad la información que os dejo para el mejor disfrute de sus calles, rincones, etc. La he dividido en varias secciones: patrimonio histórico y artístico, la ciudad que nadie ve, gastronomía y diversión.
Bajo este saludo encontraréis información de: transportes, alojamientos, restaurantes, monumentos, bares, la noche, mas un gran etc. Que podréis ir descubriendo vosotros mismos.
Sin olvidar la sección fotográfica, imágenes de Sevilla que podréis adquirir siempre que me enviéis un e-mail con dicha petición.
Gracias por estar aquí y no olvidéis mi lema: DISFRUTA SEVILLA CON TODOS TUS SENTIDOS

Un saludo. Manuel C. Viñuelas

Iglesia del Salvador. Colegiata del Divino Salvador 1674 - 1712

El solar de dimensiones aproximadamente rectangulares se encuentra delimitado en los frentes norte y sur por las calles Córdoba y Villegas y por dos plazas al Este la Plaza de Jesús de la Pasión – Plaza del Pan – y al Oeste, la Plaza del Salvador.

La actual parroquia está integrada por la doble entidad constructiva y espacial iglesia-patio de los Naranjos, que proviene de la disposición de la mezquita.

La Iglesia tiene planta de salón con tres naves, de altura casi idéntica, divididas en cuatro tramos por pilares compuestos. Los soportes, que descansan en plintos marmóreos de un metro de altura, son de sección cruciforme, formada por un núcleo prismático al que se le adosan fustes de sección semicircular y los coronan capiteles corintios en los pilares más altos, que definen la nave central y el crucero, y otros compuestos en el resto. Trozos de entablamento descargan directamente sobre el capitel y sobre ellos voltean arcos de medio punto, que en su intrados poseen una sobria decoración de placas resaltadas rectangulares y cuadradas. En los muros laterales aparecen hondos arcos rebajados, a modo de pequeñas capillas laterales, donde se alojan retablos. Sobre ellos se sitúan unas tribunas que corren a lo largo de todo el perímetro del recinto y se protegen con balaustres pétreos.

La nave central y del crucero se cubren por bóvedas de cañón y las laterales por bóvedas de arista. Una gran cúpula sobre tambor poligonal y rematada por linterna corona el crucero. Al tambor se le dota de la suficiente altura para perforar en él ocho ventanas que iluminan el interior. El casquete presenta la característica silueta cóncavo-convexa acampanada rematada por una linterna. Exteriormente la cúpula, como sucedió en la fachada, no completó su ornamentación y actualmente se decora con tejas de colores banco, azul y amarillo. El interior se decora ocho pares de fajas resaltadas que convergen en el anillo de base de la linterna, perfilado por una moldura ondulante. Tanto las bóvedas como la cúpula fueron ejecutadas en ladrillo por Leonardo de Figueroa.

En cuanto al pavimento, el primitivo de ladrillo fue sustituido a partir de 1829. En el nuevo pavimento de grandes losas marmóreas blancas se dispone un motivo ornamental bajo todas las claves de las bóvedas. Se trata de un gran cuadrado con circunferencia inscrita que en su interior alberga un dibujo mixtilíneo, hecho de jaspes azulados que define un motivo floral.

El retablo mayor, obra de Cayetano Acosta de 1770, ocupa el fondo del presbiterio. La bóveda vaída de la Capilla Mayor aparece decorada por una pintura mural al temple obra de Juan Espinal. Dos grandes púlpitos marmóreos aparecen adosados a los ángulos de los pilares que encuadran la capilla mayor, son dos piezas gemelas ejecutada una en 1734 y otra en 1778.

En el patio de los Naranjos subsisten construcciones desde hace más de doce siglos. Probablemente se instalaría aquí parte del foro imperial romano, más tarde sería patio de abluciones de la mezquita de Ibn Adabbás, para posteriormente ser reconvertido en
patio claustrado de la iglesia colegial.

En las columnas de la galería, de las que no podemos apreciar la basa y en las que los capiteles quedan casi a ras de suelo, podemos apreciar que el pavimento del patio sufrió una importante elevación.

Restos del oratorio islámico son el patio y el arranque de la torre del templo, con vano geminado en forma de herradura y escalera de caracol en torno a un machón central.

Diversas reformas y obras se llevaron a cabo en la torre, hasta la construcción del actual cuerpo de campanas por Leonardo de Figueroa a fines del siglo XVII, siglo en el que también se reformó la arquería del patio.

La entrada al patio desde la calle Córdoba discurre por un estrecho callejón abierto en 1705 como parte del urgente saneamiento de un lodazal que reblandecía los cimientos de la torre. El vano se enmarca por una portada de finales del XVIII probablemente trazada por Antonio Matías de Figueroa. Ésta se encuadra por dos pilastras clasicistas que sostienen un entablamento dividido en triglifos y metopas, rematando el conjunto un frontón triangular.

La configuración actual del patio es resultado de la adición de numerosas edificaciones y reformas acaecidas a lo largo de más de doce siglos. A su alrededor se distribuyen la Capilla del Cristo de los Desamparados en el costado occidental, las dependencias de la hermandad Sacramental en el frente meridional, la torre campanario que asoma por encima de una serie de habitaciones en el lado norte, el antiguo Sagrario colegial ocupado hoy en parte por la actual Sacristía y que junto a una antigua capilla funeraria ocupan el frente este, y las viviendas del párroco, el sacristán y el campanero que aún perviven en el recinto. En el centro del patio, se levanta una pila desde principios del siglo XVIII.

La Capilla del Cristo de los Desamparados, obra de Ambrosio de Figueroa, posee planta rectangular cubierta con dos bóvedas elípticas, una de ellas rematada por linterna. En la cabecera se sitúa el altar del titular de finales del siglo XVIII y el interior se decora con pinturas murales barrocas.

La fachada de ladrillo avitolado de la Capilla Sacramental es atribuible a Matías de Figueroa, es una de las más bellas fachadas de la arquitectura hispalense del XVIII.

La torre de la iglesia se levanta sobre el que fue el alminar de la mezquita. Desde el patio sólo son visibles dos cuerpos; el que se transformó a mediados del s. XIV, cuando se desplomó la parte subsistente del alminar islámico, y el campanario, remozado por completo a comienzos del XVIII.

El paramento más completo de la obra musulmana se percibe en la calle Córdoba. Un aparejo bastante regular de anchos sillares llega hasta una cornisa que señala el comienzo del tramo con ventanas ojivales pertenecientes al medievo. Otra parte visible del prisma islámico es el oscuro muro que constituye uno de los flancos del callejón que comunica el patio y la calle Córdoba.

En la actualidad, la subida al campanario se hace desde el patio, a través de la vivienda del campanero, habilitada en la misma torre y en las galerías del patio. Todavía subsisten los escalones empotrados en el pétreo machón central que constituye la columna vertebral de la torre desde el siglo IX.

Después de sucesivas adiciones y reformas, la intervención que dio al campanario su actual aspecto se produjo entre 1718 y 1719 figurando al frente de ella Leonardo de Figueroa.

Del Sagrario colegial sólo resta una bóveda de comienzos del Renacimiento que cubre la actual Sacristía.

La vieja capilla funeraria del s. XV se encuentra muy transformada por la elevación del suelo. Debió pertenecer al linaje de los Pineda y muestra la típica estructura de las capillas funerarias ochavadas hispalenses con bóvedas sobre trompas y el frente norte rehundido en forma de arco apuntado.
 
Por delante del costado oriental del patio, poco después de finalizada en 1579 una remodelación del viejo Sagrario, se levantó en 1583 una galería de arcos sobre columnas que marcaría una pauta orientadora para la posterior intervención en el frente norte. Debido a la disponibilidad de abundante material de construcción procedente de la transformación de la primitiva mezquita, se recurrió al depósito de fustes y capiteles desmontados de antiguo para convertirlos en los soportes de las nuevas arcadas. Las trazas para abordar la reforma del lado norte fueron suministradas por el maestro italiano Vermondo Resta, pero de las mismas quedan escasas huellas.

El alzado del Salvador debe atribuirse al arquitecto granadino José Granados. Sólo en la fase final de las obras, cuando se decidió acelerar su terminación, la intervención de Leonardo de Figueroa primero, y tras su destitución, Diego Antonio Díaz, introdujeron algunas variantes significativas en su proyecto.

La fachada principal, de claro sabor manierista, se articula en tres módulos por medio de pilastras y además aparecen dos estrechas fajas residuales en los extremos. En cada uno de los módulos se abre una portada, siendo las más significativa la central, y sobre cada portada se sitúa una ventana circular. En el ático, la unión del módulo central con los laterales se realiza por medio de volutas, situándose en los extremos dos torrecillas. El remate lo constituye una buhardilla precedida por antepecho entre pináculos.

En planta baja los tres cuerpos alcanzan igual altura, y en la primera planta el central alcanza la altura de la nave más elevada, siendo los laterales de menor altura. La diferencia de cota se salva con la introducción de dos cartabones que flanquean el tramo central. En los extremos se elevan dos templetes poligonales clasicistas que ocultan la desembocadura de las escaleras circulares que suben a los tejados.

Aparece en el paramento la característica bicromía de los Figueroa, color blanquecino en las ocho pilastras pétreas y rojizo en el ladrillo avitolado del fondo.

Los antecedentes del Salvador son una mezquita construida a comienzos del Siglo IX, formada por el patio de abluciones y el salón de plegarias, de la que se conservan restos en el Patio de los Naranjos, que se adaptó a iglesia cristiana tras la conquista de la ciudad por Fernando III, y que posteriormente fue derribada en 1671 debido a su estado ruinoso.

La condición canónica de iglesia colegial desde la refundación cristiana de 1248, es esencial para comprender su evolución planimétrica y funcional al paso de los siglos. La institución colegial obedecía a la preferente finalidad litúrgica del rezo diario y solemne de los oficios sagrados, en plano algo menor, pero con arreglo a las directrices y usos ceremoniales de la Catedral, asociando también, aunque en condición subordinada los cometidos de la pastoral parroquial.

Desde el siglo XIII se produjeron constantes obras de adaptación del viejo oratorio islámico a los especiales requerimientos del cometido Colegial del Salvador. Primero se produjo el cambio de orientación de las naves, implantándose la dirección Este-Oeste, y luego otra importante transformación del interior, fue la derivada de la implantación del coro. Finalmente, en 1671 se consumó la demolición del desvencijado templo, debido a su incomodidad y a que tenía zonas ruinosas desde hacia décadas.

La nueva construcción la inició el maestro Esteban García en 1674, realizando con posterioridad diversas reformas -en cuanto a la distribución de la planta- el arquitecto Eufrasio López. En 1682 visitó las obras el arquitecto de la catedral granadina José Granados y presentó un proyecto para los alzados. Este fue aprobado y se encomendó la construcción a Francisco Gómez Septien, quien falleció antes de finalizarla. Le sucedió en 1696 Leonardo de Figueroa, cuya tarea consistió en el cerramiento de las bóvedas, construcción de la cúpula y decoración del interior. Estas tareas se finalizaron en 1712.

El entorno urbano del Salvador fue también remodelado, permutando terrenos entre la Colegial y el Ayuntamiento de la ciudad para reordenar el entorno y facilitar alineamientos y ensanches de las vías públicas colindantes.

También se niveló el terreno y se sacó a la iglesia del hondón en el que yacía el anterior edificio, edificando un andén escalonado en el frente de la fachada principal que equiparaba éste a los existentes en la Catedral y en la Casa Lonja.

La algarabía popular y comercial que circundaba al Salvador penetraba en el corazón mismo del recinto colegial. El Patio de los Naranjos se había convertido en una espaciosa plaza rodeada de galerías periféricas donde se apelmazaban viviendas, capillas, almacenes...Algunas partes ruinosas del perímetro fueron saneándose hasta que en la segunda mitad del siglo XVIII, con la construcción de la fachada de ladrillo rojizo de la Capilla y dependencias de la hermandad Sacramental y la airosa capilla del Cristo de los Desamparados, adquirió el patio su aspecto actual.

Las reconstrucciones del Salvador en realidad fueron dos, una primera tras el derribo de la Colegial mezquita en 1671 y la segunda en 1679, cuando con la obra prácticamente terminada, al quitar las cimbras que sostenían las bóvedas de desplomó el edificio. Finalmente el templo se inauguró en 1712.

El cardenal Arias y Porres tuvo una decisiva intervención en la finalización del templo. Contribuyó económicamente y recortó los proyectos ornamentales en aras de la acelerada finalización de las obras, impulsando además novedades en la distribución interior del templo, concretamente en la inusual ubicación del coro y del altar mayor inspirada en las directrices del Concilio de Trento.

La desnudez inicial del Salvador se enriqueció finalmente como fruto de un largo proceso evolutivo que simultaneó la aplicación de un comedido ornamento pétreo junto a la disposición de retablos.

A mediados del siglo XIX la Colegial fue reducida a Parroquia. Este hecho supuso el inicio de una nueva fase de obras en el Salvador, para adaptarla a su nuevo cometido, y supondría además el comienzo de la disgregación de una parte de su patrimonio artístico.
 
Se transformó del interior – nave central y testero de los pies de la iglesia – por haberse perdido la funcionalidad del coro al suprimirse la liturgia colegial. Se buscaron también recursos para enlosar el suelo y suprimir el desgastado pavimento de ladrillo, obra que dio comienzo a principios de 1829.

También la fachada principal, en la que restaban sin terminar las tres portadas y la parte del ático ó cuerpo de remate, fue afectada por las obras. Se enmarcaron las tres puertas de la fachada principal corriendo el diseño a cargo del escultor historicista Diego López y finalizando las obras en 1889.

Otras actuaciones acometidas fueron la disposición de vidrieras en todos los ventanales, sufragadas por D. Antonio de Orleans, duque de Montpensier, en 1870 y el aislamiento del frente de la fachada principal instalando delante de ella una verja de hierro fundido, en 1896.

No hay comentarios: