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Con estas páginas quiero presentaros mi ciudad, la Sevilla milenaria, la Tartésica, la romana, la islámica y cristiana, tal como yo la veo, ayudado por mi cámara de fotos que durante años me acompaña. Observad la información que os dejo para el mejor disfrute de sus calles, rincones, etc. La he dividido en varias secciones: patrimonio histórico y artístico, la ciudad que nadie ve, gastronomía y diversión.
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Un saludo. Manuel C. Viñuelas

Convento de Santa Inés 1300 - 1699

Se sitúa entre las actuales calles de Doña María Coronel y Sor Ángela de la Cruz en el área central del casco.

La fundación del convento se hizo en la casa familiar de Doña María Coronel, que durante dos años fue sometida a obras de adecuación para transformar este espacio doméstico en conventual, añadiendo iglesia, campanario y cementerio. Con posterioridad serían añadidas a la edificación otras casas y espacios contiguos.

El inmueble no se proyecta al exterior, pese a la gran superficie urbana que abarca, desplegándose su complejidad en el interior. La entrada se efectúa a través de dos ingresos independientes que se abre cada uno a un compás, en los laterales de la iglesia. En el izquierdo se encuentran entre otros espacios el torno, los locutorios, las viviendas del sacristán y portero y la puerta reglar. El otro compás permite acceder a la iglesia por otra puerta, opuesta a la anterior, así como a las sacristías de afuera.

Hay que resaltar que la iglesia, al igual que ocurre en otros monasterios medievales sevillanos, queda alojada en el interior del convento, sin fachada en contacto con la calle. Se orienta canónicamente en sentido levante-poniente, con planta basilical de tres naves – inusual en casi todos los conventos - con tres tramos divididos por pilares cruciformes, cabecera poligonal y coros bajo y alto a los pies de la iglesia, prolongando exclusivamente la nave central. Se cubre con bóvedas de plementería de fábrica de ladrillo con nevarduras ojivales y espinazo.

El templo es de fábrica gótico-mudéjar y en el siglo XVII fue remozado por Francisco de Herrera el Viejo, época en la que se decoró el interior con yeserías, se ejecutaron las pinturas del coro y se ejecutó la portada principal barroca, adintelada y flanqueada por pilastras rematadas por frontón y hornacina.

Una de las portadas de la iglesia, la de la nave de la Epístola, se abre frente a una pequeña logia próxima a la puerta reglar. La otra entrada al templo, desde el compás principal, se produce por una magnífica portada manierista de cantería.

Anejas a la zona posterior de la cabecera de la iglesia se encuentran la sacristía de afuera, ámbito del siglo XVI a juzgar por su excelente artesonado de casetones, en contacto con el compás de la iglesia, y la vivienda del sacristán, de construcción contemporánea, y que se abre al compás conventual.

La clausura se organiza en tomo a diversos espacios libres, patios y claustros: al norte el patio del noviciado y las huertas, al este los dos compases, del convento y de la iglesia – ya descritos -, al sur los patios del obrador y la Camarilla, y al oeste el claustro principal ó del Herbolario.

El noviciado utiliza en parte lo que fue una casa mudéjar y se distribuye alrededor de un pequeño patio. Sus estancias, muy reformadas durante el período de la vida particular, se abrían a la antigua huerta. Del noviciado alto parte un pasadizo que atraviesa como un puente cerrado la nave de dormitorios y comunica a nivel de entreplanta con el claustro principal.

Al patio del obrador se accede cruzada la logia que encontramos en el compás conventual, se trata de un patio de pequeñas dimensiones uno de cuyos lados es parte de la medianera sur del convento. Presenta doble arcada en dos de sus frentes y en él se ubican las dependencias dedicadas a la elaboración de los famosos dulces conventuales: almacenes, cocina, obrador, horno, etc.

El claustro de la Camarilla, también medianero al sur, es de mayores proporciones, formado en todos sus frentes con doble galería, de arcos peraltados y escarzanos enmarcados por alfices, sobre columnas renacentistas de mármol. Cuenta con interesantes yeserías y pinturas murales de diversas épocas. En torno a él se distribuyen abajo la enfermería, la cocina y la sala de ordenación y arriba la mayoría de celdas-dormitorio.

La sala de ordenación se utiliza también como sala capitular, es de planta cuadrada, presenta banco corrido, cubierto de azulejos de cuenca del siglo XVI, y comunica el claustro de la Camarilla con el principal.

El claustro principal ó del Herbolario, obra del siglo XVI, tiene forma trapezoidal y se compone de cuatro galerías con arcos peraltados abajo y escarzanos arriba, soportados por columnas de mármol. Del mismo material son las balaustradas de ambas galerías y la bellísima portada que da acceso al jardín central. Se encuentra revestido con una destacada decoración a base de yeserías y pinturas murales.

Al mismo se abren estancias como el refectorio, el comienzo de la larga nave de los antiguos dormitorios o la sala "de Profundis, junto a la cual, y sobre una de las galerías del claustro, se levanta una espadaña de raigambre mudéjar.

La sala de profundis ha servido de cementerio monástico, sigue la tipología de las "qubbas" islámicas, espacio cuadrado cubierto por una bóveda de paños que apoyan en trompas angulares.

El refectorio, de planta rectangular, aparece cubierto por un alfarje de madera y decorado por paños de azulejos.

El Convento de Santa Inés fue fundado en 1374 por la aristócrata Doña María Coronel, que se había refugiado primero en la ermita de San Blas y después en el monasterio de Santa Clara - donde finalmente profesó con las clarisas franciscanas -, huyendo del acoso del Rey D. Pedro I, que había incautado las posesiones de su familia y ordenado la prisión y muerte de su esposo. Tras la restitución de su patrimonio personal, tras el acceso de Enrique II al trono, esta sevillana fundó un nuevo monasterio de clarisas en las antiguas casas de su padre, el señor de Aguilar.

En 1376 se culminaron las obras del nuevo establecimiento. Al palacio de los Fernández Coronel se sumaron entonces las casas donadas por Juan Rodríguez Tello y la calleja de Zapateros, cedida por el cabildo sevillano. Cuarenta mujeres ingresaron en el convento en el momento de su fundación.

En los años setenta fue restaurado por el arquitecto Rafael Manzano Martos y también elaboró un proyecto de restauración el arquitecto Alberto Humanes Bustamante.

Posteriormente Fernando Villanueva Sandino, fue designado por la Consejería de Cultura arquitecto conservador del monumento.

La Consejería de Cultura restauró el convento, llegando a un acuerdo con la comunidad clarisa para adaptar y emplear temporalmente para usos culturales el ala de los antiguos dormitorios. En el marco de la misma iniciativa se concretó también su utilización como una de las sedes del Pabellón del Ayuntamiento de Sevilla en la Exposición Universal de 1992.

En el obrador las monjas elaboran sus afamados dulces: bollitos de Santa Inés cuya receta fue legada por la propia fundadora y otros dulces tradicionales como tortas de aceite, tortas de polvorón, sultanas, magdalenas, cortadillos y los navideños mantecados y roscos de vino...

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